De la fuente del deseo que brota de nuestros corazones nace la fuerza que nos moviliza. Y es por ello que las comunidades CEMI dedicamos unas horas sabatinas de enero a preguntarnos sobre “qué queremos”. En vez de encontrarnos, como otros años por estas fechas, en Chipiona, de nuevo recurrimos a los medios virtuales.
Nuestra oración inicial fue una preciosa canción:
Llévame a la orilla de tus sueños
para contemplar la inmensidad
arrojar el polvo de mis miedos
y en tus aguas poder reposar
Que se curen todas mis heridas
calma tú las olas de este mar
que se ahogue el fuego que me teme
lléveme contigo junto al mar
lléveme contigo junto al mar
Hacia a ti camino de tu mano
la acompañas, amas mi verdad
tu derrotas sombras que amenazan
y me llevas a la libertad
Que se curen todas mis heridas
calma tú las olas de este mar
que se ahogue el fuego que me teme
lléveme contigo junto al mar
lléveme contigo junto al mar
Y en esa disposición comenzó Pedro Olano, de la comunidad de Sevilla, apostando por el diálogo como motor, y nos trajo la encíclica Fratelli tutti, en la que el papa Francisco nos recuerda: «Acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto, todo eso se resume en el verbo “dialogar”»
Ana Aragón, de Tomás Moro, nos animó a recuperar la mirada interior para recuperar la esperanza; y ante las situaciones en las que nos ha puesto la vida, formuló preguntas que todos podemos hacernos: “¿Qué hacemos con los parones? ¿Lamentarnos? ¿Esquivarlos? ¿Hacer como que no existieran?”
Estela Jiménez, de la comunidad Chaminade nos invitó a hacer lo que queremos, y a ser capaces de elevar nuestra consciencia y salirnos de los automatismos del día a día y de la rutina, para encontrar el amor en lo que hacemos y disfrutar del resultado que nos produce, y que se irradia a los demás en forma de ilusión y alegría.
Tito Castells, de En camino, nos trajo un precioso texto de Martín Descalzo en el que nos preguntaba si realmente queríamos el amor del Padre o buscábamos otra cosa de Él. Y nos invitó no intentar buscar otras armas más eficaces que el amor. Aunque en el amor hoy ya no crean “más que los santos y unas cuantas docenas de niños, de ingenuos o de locos”.
Tomasi Ruiz, de Betania, por último, nos recordó que no es necesario que pidamos nada al padre, salvo que una vez más, con paciencia amorosa, nos recuerde que es bueno y necesario abrir y escuchar el corazón, las entrañas, el entendimiento, la voluntad, la creatividad; todas las facultades que ha puesto en nosotros para hacer de este mundo y en este momento ese Reino que sueña para sus hijas e hijos.
Y después de repetir meditativamente el canto de Luis Alfredo: “hazme hacer en ti”, nos despedimos con muchas ganas de volver a vernos pronto.
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