El pasado 24 de octubre, las comunidades CEMI hemos celebrado un nuevo encuentro virtual en las fechas en las que deberíamos haber tenido nuestras tradicionales convivencias de otoño. El tema que compartimos se presentó bajo el sugerente título de EVANGELIO, UTOPÍA O DISTOPÍA, con materiales sacados del cuadernillo 181 de Cristianismo y Justicia:  “¡Ay de vosotros…!  Distopías evangélicas”, de José Laguna:

                Tradicionalmente, el mensaje evangélico se ha alineado acríticamente del lado de la utopía. La Buena Noticia presentada bajo los contornos edulcorados de una sociedad paradisiaca ha sido una utopía comúnmente aceptada como ideal apetecible por todos. Sin embargo, basta con fijarse en el destino trágico de Jesús y en el de los mártires cristianos de todos los tiempos para concluir sin ambages que el horizonte del Reino de Dios es fundamentalmente distópico. A lo largo de la historia, los guardianes del «status quo» siempre han visto con malos ojos cualquier intento de construir una sociedad justa, fraterna e igualitaria.

                Así, nos hemos confrontado con preguntas surgidas a partir de cuatro pasajes del evangelio: del hombre afanado en acumular grano (Lc 12, 16-21) nos preguntamos en qué graneros poníamos nuestro corazón; del anuncio que en Galilea hizo Jesús del año de gracia del Señor (Lc 4, 14-21) reflexionamos sobre la gratuidad como dependencia radical de Dios; ante los trabajadores de última hora que cobran lo mismo que los madrugadores  (Mt 20, 1-16) nos enfrentamos al reto de construir una sociedad que se fije menos en los derechos y más en las necesidades de las personas; y, por último, ante la parábola de hijo pródigo (Lc 15, 11-32) nos situamos frente a nuestra propia capacidad de perdonar.

                Más de setenta personas cerramos este momento de encuentro con la oración de José Mª Rodríguez Olaizola:

                A tu manera

Me dicen que triunfe a toda costa,
que pise fuerte sin vacilar jamás,
mostrando siempre dominio
de las situaciones
de las gentes
de mí mismo.

Me dicen que escriba mi nombre
con letras hermosas en tarjeta noble,
que la impresión es lo que cuenta
y hay que lucir estilo,
títulos, rango, riqueza.

Me dicen que me cerciore
de tener todo bien atado,
de asegurar el futuro,
de dominar el presente
para así vivir al límite.

Pero llegas tú y te ríes de esos consejos
y me dices que desde arriba
no se ve a las personas,
que escriba mi nombre
en las horas regaladas,
en las puertas abiertas de mi vida,
en las manos ofrecidas
para apoyar al próximo.

Llegas tú y descolocas mi orden,
y me dices que salte al vacío.

Y me recuerdas que es en los sencillos,
los mansos, los pequeños y los pobres
donde está la Vida sin límite.

                Gracias a las comunidades Myriam-Frassati y Faustino por preparar este encuentro y propiciar estas reflexiones. Transcribimos aquí algunas de las muchas preguntas que nos han dejado para responder con nuestra vida: ¿esto es para mí buena noticia (utopía del Reino) o mala noticia (distopía)?, ¿qué estás dispuesto a dar o poner a disposición de forma totalmente gratuita?, ¿te sientes agradecido con el modo de ser y de actuar Dios en tu vida?, ¿se puede perdonar a todos en cualquier situación?

 

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