Del 19 al 21 de octubre de 2018 hemos celebrado las convivencias de CEMI. Son las terceras y últimas del año. El título era de lo más sugerente- “La Belleza de la Esperanza”– sobre todo viviendo estos tiempos en que es más que probable que caigamos en el desánimo. Los organizadores eran dos de las comunidades CEMI, “Sueño de Jacob” y “Chaminade” y desde hacía semanas anunciaban que el inicio de las convivencias, el viernes por la noche iba a ser “potente”.

Y así fue. Una mesa redonda después de la cena con unos invitados especiales: Mercedes y Cecilio (de la fraternidad marianista, “Fraticelli Descalzos”) nos hablaron del trabajo que están realizando con personas con problemas de drogadicción, con sus claros y sus sombras, pero siempre animados por la fe. Cristina, Cecilia y Juan Luis (de la comunidad CEMI “Myriam-Frassati”) compartieron su experiencia con niños y jóvenes en riesgo de exclusión, con quienes han vivido situaciones muy extremas. Por último, Andrés Conde (de la comunidad CEMI “Betania”) y que conoce bien y desde muy cerca la adversidad humana, como director ejecutivo de la ONG Save The Children, expuso datos que indican que se ha avanzado en la lucha contra la pobreza a escala global. Hay mucho por hacer, pero uno a uno nos fue enumerando los motivos para la esperanza. Él nos contó cómo es testigo de la fuerza de la solidaridad sobre todo entre las personas más desfavorecidas.

“La Belleza de la Esperanza” se iba ya dibujando en el inicio del fin de semana, y así, nos pudimos ir a la cama con un ánimo más sosegado y alegre.

 

El sábado, tras una oración de interiorización, el sacerdote marianista Diego Tolsada presentó una dinámica con la que nos invitó a reflexionar, a través del ejemplo de la vida de María, sobre la situación vital que tenemos y cómo la comunicamos a los demás. “Los Colores con los que Pinto”, el blanco, con el que María deja su lienzo, para poder acoger la voluntad de Dios; o el rojo de la fiesta de Caná, o el negro que tiñó su vida en el Calvario. La pregunta que nos hacíamos cada uno: ¿Qué pinto yo en la misión? ¿Qué color tiñe mi vida actualmente?

Tages Beriso (de la comunidad Sueño de Jacob), desde su experiencia como psicóloga, en una exposición muy dinámica, nos dio más pistas para “Aprender a vivir con la Esperanza”, adentrándose en aspectos de la conciencia de cada uno, y descubriendo verdaderas recetas de vida cristiana, consecuente y plena.

A partir de ese momento, las más de 90 personas que allí estábamos nos separamos en grupos para trabajar distintas dinámicas en torno a la “buena noticia” y la “buena gente”. Dándonos unos a otros y en la corta distancia, motivos para la esperanza, desde nuestras experiencias personales.

Antes de la cena, tuvimos una Celebración Comunitaria de la Reconciliación que sirvió también para interiorizar  todo lo aprendido y compartido durante el día.

En las convivencias de CEMI no falta nunca la Gran Velada, donde los artistas del chiste y del chascarrillo se lucen. En este caso fueron los niños los protagonistas. Algunos salieron a contar chistes y además nos ayudaron en un juego de competición que habían preparado los organizadores. Eso sí, sin faltar algunos dulces y bebidas que siempre animan la noche.

Cuando amanecimos el domingo teníamos ya claro que la esperanza es algo lleno de belleza y que se puede y se debe disfrutar. Hubo un balance de las convivencias que se inició con la lectura de Lucas, el Camino de Emaús, y en el que todos tuvimos oportunidad de expresar nuestras dificultades, y lo que nos llevábamos de vuelta a casa tras estos días de reflexión e intercambio.

La Eucaristía, compartida por todos, presidida por Diego, fue especialmente animada por la preparación y participación de los niños.

Al finalizar, una frase nos llegó resumiendo lo vivido: “Cuando apaguéis todas las luces dejad encendida siempre la esperanza”.

 

 

 

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