Si la vida fuera normal, el viernes 17 de abril habrían comenzado nuestras Convivencias de Primavera. No pudo ser. Nada a lo que estábamos habituados puede ser desde hace ya muchas semanas…

Pero sentíamos la necesidad de volver a estar juntos. De los besos, abrazos y achuchones también, pero eso sabíamos que era imposible. Así que Kike Vargas propuso encontrarnos más allá de los correos del foro Cemi, los chats de las comunidades y de las llamadas personales que se han ido sucediendo durante estos largos días.

Kike nos convocó con suficiente antelación para que nos pudiéramos ver y escuchar a través de una plataforma de videollamada. Con más o menos dificultades técnicas pudimos irnos uniendo más de 30 cemitas.

A las 20:30 del viernes 17 de abril empezamos a incorporarnos a la videoreunión, y fuimos llenando la pantalla. Muchos de los asistentes habían sufrido la experiencia de la enfermedad del COVID19 y contaron  cómo estaban y cómo lo habían vivido.

Especialmente emotiva fue la presencia de María Zorrilla, conectándose desde el hospital de La Princesa, donde se recupera de los malos días pasados. Juan Paradinas habló, una vez más, desde el corazón, agradeciendo el apoyo de todos, médicos y cemitas y  su hermana Teresa también tuvo unas preciosas palabras dirigidas a su madre y al personal sanitario que ha estado y está trabajando con total dedicación y entrega y gran profesionalidad para que su recuperación sea lo mejor y más rápida posible.

Desde nuestras casas todos fuimos aportando nuestras vivencias presentes, tan distintas de las habituales. Y tan diferentes de las que hubiéramos  tenido un viernes de abril en nuestro primer día de convivencias.

Hablábamos desde muchas geografías. Corcu, representando como siempre el norte, Nacho, Obdulia, Pedro, trayéndonos la voz del sur, Salvador, desde el este. En el centro, desde sus lágrimas emocionadas, Angelines. Y Tomasi, a quién no podíamos escuchar por problemas técnicos, se hizo presente también con su voz gracias a David que nos puso la canción que días antes había enviado por WhatsApp: “Sé mi luz. Enciende mi noche.” Así, mientras la oscuridad a esas horas nos iba envolviendo, la llama del encuentro se fue haciendo más viva, más tangible.

Por último, y en un hermoso video, Rafa Llanes leyó la oración de Teilhard de Chardin:

No te inquietes por las dificultades de la vida, por sus altibajos,
por sus decepciones, por su futuro má
s o menos sombrío.

Desea aquello que Dios desea.
Ofr
écele en medio de inquietudes y dificultades el sacrificio de tu alma sencilla que,
pese a todo, acepta los designios de su providencia.
Poco importa que te consideres un frustrado, si Dios te considera plenamente realizado;
a su gusto.


Entrégate con confianza ciega en este Dios que te quiere para Él.
Y que llegará hasta ti, aunque no le veas nunca.
Piensa que te encuentras en sus manos,
más fuertemente sostenido, cuando más decaído y triste te encuentres.

Vive feliz. Te lo suplico.
Vive en paz.
Que nada te turbe. Que nada sea capaz de quitarte tu paz.
Ni el cansancio psí
quico. Ni tus fallos morales.


Haz que surja, y conserva siempre sobre tu rostro, una dulce sonrisa,

reflejo de aquello que el Señor continuamente te dirige.


Y en el fondo de tu alma coloca, antes que nada, como fuente de energía

y criterio de verdad, todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda:
Todo aquello que te reprima e inquiete es falso.

Te lo aseguro en nombre de las leyes de la vida y de las promesas de Dios.
Por eso, cuando te sientas afligido, triste,
adora y confí
a.

Ese viernes, la casa de Chueca estaría vacía a esas horas en que normalmente se habría llenado del bullicio de nuestras charlas y el entusiasmo de nuestros abrazos.

Pero el calor de la comunidad Cemi va más allá del contacto físico, (aunque sabemos que es muy importante) y se hizo muy presente a través de las pantallas de los móviles y ordenadores. Todos fuimos capaces de sentirlo. Desde las distintas situaciones, escenarios y vivencias, todos vibramos en una misma cuerda.

Como repite la presidencia de CEMI en sus correos, esta “es la fe que nos une”.

Ana Aragón

Abril 2020

 

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