El fin de semana del 29  al 31 de marzo celebramos nuestras habituales convivencias de primavera y que son las segundas que tenemos en el año. En la casa de ejercicios de Santa Luisa, en la localidad toledana de Chueca, nos dimos cita un total de 90 personas, entre miembros y amigos de CEMI que han querido compartir estos días con nuestras comunidades.

El tema, un denominador común para todos, era evocador: El Desafío de Vivir.

En este contexto se invitaba a “compartir experiencias y opciones de vida y a poner en común lo que representa la presencia de Jesús de Nazaret y de su Espíritu en nuestras vidas”.

El esquema, las intervenciones y el desarrollo fue preparado por las comunidades de Santa Teresa y Tomás Moro.

El viernes por la noche, tras compartir cena, con lo que cada uno aportaba, y un rato de oración, dos invitadas de excepción, misioneras seglares que trabajan en Turkana (Kenya) nos contaron sus experiencias de servicio a aquellas comunidades pobres. Nos trasladaron allí a través de unos vídeos que resumían los logros conseguidos e ilustraban lo mucho que queda por hacer.

El sábado, primero  oración, y a continuación presentación del tema propuesto.

Comenzó, de manera informal pero muy sugerente, con los organizadores haciendo de actores en dos teatrillos que presentaban las dos fases cruciales de la vida.

En el primero tres “abuelas” celebraban el nacimiento de un niño y, mientras tomaban un café, hacían predicciones sobre lo que le iba a deparar la vida: en la educación, durante la adolescencia, en el mundo del trabajo y en la familia.

La segunda puesta en escena correspondió a  tres jubilados que echaban de menos a un cuarto, compañero de mus, ingresado de gravedad en la UCI. Mientras tomaban una copa en el bar hacían un repaso de su vida y de los problemas con los que se había ido encontrando.

El encuadre teológico corrió a cargo de Manolo Medina que, desde la fe, planteó las preguntas: “la vida ¿por qué? , ¿para qué?, ¿cómo vivir?”.

Habló de la relación interpersonal que da origen a la vida, ya que es cosa de dos: los padres.

Y cómo la vida no tiene por qué justificarse. Tiene valor por sí misma.

Es un regalo, una oportunidad”. Pero, sin embargo, “no está bajo nuestro control”.

El misterio de la vida nos conduce a Dios: “la vida es la luz que ilumina a los hombres”.

Terminó diciendo que para vivir hay un “Manual de instrucciones”: “El evangelio” y que la mejor orientación en los desafíos que encontramos al vivir es la relación personal con Jesús, quién es “camino, verdad y vida”.

Como los cocineros de las convivencias eran exclusivamente los miembros de las dos comunidades, algunos de ellos formaron dos mesas redondas. Por la mañana y por la tarde, para contar algunas de sus experiencias en momentos de crisis o cambios significativos en sus vidas.

Fueron testimonios íntimos de una grave enfermedad, la adopción de un niño, la actividad política en la lucha por la libertad, el descubrimiento de CEMI, un despido laboral. Muchos de ellos eran desconocidos incluso para personas de CEMI muy próximas.

Con ese mismo espíritu de compartir, libremente, los desafíos de sus vidas, los asistentes nos distribuimos en grupos de 8 personas para ponerlos en común en esos espacios más pequeños.

Antes de la comida, Luis Manuel Romero, director del Secretariado de Apostolado Seglar de la Conferencia Episcopal realizó una breve visita en la que explicó cómo se está preparando el Congreso de Laicos para 2020. Aunque no dio tiempo para un coloquio abierto con todos los asistentes, tuvimos ocasión, durante el almuerzo y el posterior café  en el bar del pueblo, de exponerle, de manera informal, la visión de CEMI sobre  la colaboración de los laicos con la jerarquía en la común misión de evangelización a la que el Papa nos urge.

Por la tarde hubo puesta en común y cómo no, tras la cena, velada: los niños (una super activa docena) fueron los protagonistas. Los chistes y los juegos, y la actuación estelar de Pedro Olano, que acudió a Chueca en representación de las comunidades del Sur, puso, como siempre, la nota de humor de las noches de convivencia.

El domingo, tras un balance muy participativo de las convivencias, celebración comunitaria de la eucaristía con la renovación de las promesas del bautismo. Los niños hicieron el ofertorio, con una canción y un collage que habían preparado, y abrieron la acción de gracias.

Una frase de optimismo rotundo ante las dificultades cerró un fin de semana intenso:

“Si hemos sido capaces de llegar hasta aquí, seremos capaces de seguir adelante”.