“Migración Global y Crisis de los Refugiados: Tiempo de observar y actuar”,
un título que pone nombre y contenido a las convivencias de otoño de CEMI.
Chueca. Octubre de 2016.
Para ir entrando en materia, el viernes y como bienvenida, se visionó una película que ilustraba el tema de forma rotunda y desgarradora “Welcome” y que recoge el drama de los inmigrantes que intentando llegar al Reino Unido quedan atrapados en Calais.
La intervención principal, alrededor de la cual se vertebró el sábado, corrió a cargo de Cristina Manzanedo, abogada, miembro de Pueblos Unidos. Su charla se centró en la acogida cristiana a migrantes y refugiados. Además de los datos, ya de por sí descomunales, que arroja esta catástrofe humanitaria, Cristina hizo hincapié en los puntos en los que se debe y se puede trabajar. Estos pasan por la integración de migrantes, trabajar para atajar las causas que han llevado a esta situación, pero siempre en red por ser más eficaz que el trabajo en solitario; la educación, el diálogo interreligioso, la comunicación, la labor como ciudadanos y la participación social y el abordar experiencias piloto, siempre poniendo un especial énfasis en que se debe hacer un trabajo comunitario, como el mejor método para una acogida efectiva.
Trabajos en equipos y momentos de reflexión individual, fueron jalonando una tarde que dio paso a una mesa redonda, moderada por la propia Cristina Manzanedo y que contó con la participación de miembros de distintas organizaciones: La Comunidad de San Egidio, que dejó marcados todos los ánimos con un impresionante vídeo sobre la labor que hacen con los “corredores humanitarios”, una periodista que relató de primera mano su experiencia en los campos de refugiados en Grecia y una representante de ASTI (Delegción Diocesana para la Integración de Inmigrantes).
El domingo fue el momento de llegar aún más a fondo, a las experiencias personales, al día a día de personas que están próximas y que ya están haciendo el recorrido de esa acogida. Miriam Medina, como madre de acogida de un niño saharahui –ya en la edad adulta- y que ya ha conseguido un puesto de trabajo indefinido como monitor de deportes, mientras simultanea sus estudios de Derecho.
La eucaristía participada fue, una vez más, el reflejo de todo lo vivido en estas convivencias y con esa invitación al compromiso, terminaron estos días de profunda reflexión que tuvieron el objetivo de mover a la acción y de seguir, desde la fe, las palabras con las que el Papa Francisco, no ha podido ser más claro y rotundo: “Depende de cada uno de nosotros asegurar que aquellos que han perdido sus hogares no pierdan también la esperanza”
Se aprovechó el encuentro para presentar el proyecto Galilea, impulsado por la Familia Marianista, que coordina y dirije Juanjo Roca.
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